martes, 11 de noviembre de 2014

Visto y no visto.

Pues aquí estoy, de vuelta al teclado tres meses, un verano y medio erasmus después. Joder, y es que apenas me ha dado tiempo a asimilar donde estoy! Supongo que es lo que tienen este tipo de experiencias, que no te dejan ni un minuto libre para respirar. Supongo también que eso es lo mejor que tienen, aunque confieso que mi mayor miedo es olvidar, no ser capaz de guardar cada pequeño recuerdo bajo llave en mi memoria. Y mira que intento escribir todo, pero nada, que no hay manera. Pero al final la vida trata de eso, ¿no? De disfrutarla al máximo, vivirla con intensidad, parando lo menos posible y acumulando grandes momentos. De tumbarte en la cama al final del día (o de la noche), haciendo memoria de todo lo sucedido y suspirar feliz justo antes de caer rendida, dándote cuenta de que cada cosa que has hecho, ha merecido la pena :)

martes, 22 de julio de 2014

Tres días de festival, cinco locas y un Blablacar :)

Siempre digo que las mejores experiencias son esas que haces a la locura, sin un plan establecido y sin saber cómo narices acabará todo al final. No tienes unas expectativas determinadas, sino que vas con la mente abierta a lo que fluya. Pero lo que menos me podía esperar yo de este viaje, de este festival, es que conocería tres grandes personas en el Blablacar, hasta el punto de terminar acampando con ellas y estando juntas las 24 horas al día. Mira que todo empezó con grandes colas, sin dormir, desesperación, calor... hasta que se nos ocurrió hacer la de colarnos por la esquina y todo fueron risas, minis simpáticos y musicote donde lo haya. Y es que hay que tener fe en que todo va a salir de puta madre, a pesar de lo que pueda parecer en un principio, porque nunca sabes dónde ni cuándo vas a hacer amigas, ni en qué concierto vas a acabar dándolo todo.

En definitiva, "hay que tener fe, pero por si aca, vete haciendo un mini simpático que hacemos la de la esquina." 

lunes, 16 de junio de 2014

Cha (lle) nge

Cambio. Una simple palabra que hace que se revuelva nuestro fuero interno y se eche a temblar. Nos acojonamos sólo de pensarlo. Empezar de cero, cambiar, soltar amarras. Salir de nuestra calentita zona de confort para enfrentarnos a un horizonte nuevo y desconocido. No, gracias. Preferimos lo malo conocido que lo bueno por conocer. 

¿O quizá no? 

Es bastante jodido comenzar desde el principio, abandonar lo seguro para aventurarnos en lo incierto, jugárnosla a tientas, sin mucha idea ni recursos. A solas con las ganas y el esfuerzo mirando a los ojos del futuro. Luego te paras a pensarlo y no tienes nada que perder en comparación con lo que seguro vas a ganar. No sabes si saldrá bien o si volverás con el rabo entre las patas. Si serás o no un triunfador al regresar al calor de tu casa. Lo que sé es que no serás un perdedor, porque seguro que te llevas experiencias, gente, sonrisas, conocimiento y un par de hostias de esas que espabilan. Y anécdotas. Miles de anécdotas. ¿Qué piensas contarle a tus nietos? ¿El programa que ponían aquella tarde en la tele? Siempre preferí el dicho de que de los cobardes nunca se ha escrito nada, porque al final lo que perdura en la memoria es esa locura en la que te enredaron. Porque al final los que triunfan son los que se arriesgan con un all-in en este póquer que es la vida.

 ¿De verdad piensas dejar pasar esta mano?


lunes, 26 de mayo de 2014

La vida en 140 caracteres.

Aprender a reducir lo que tenemos que decir a 140 caracteres. Medir los recuerdos en fotos. Disfrutar de las cosas cuando las posteamos en Facebook. La tecnología se ha introducido en nuestras vidas lenta, pero inexorablemente, poco a poco, hasta que un día nos dimos cuenta de que padecemos Smarphondependencia. 

Son muchos los psicólogos, sociólogos, médicos y científicos los que ya han demostrado que existen personas adictas al móvil. Síndrome del pitido fantasma, ansiedad ante el fatídico "Batería baja", hipertensión al no encontrar el Smartphone en el bolso... Y te pones a pensarlo, y, ¡joder!, son cosas que a ti también te pasan. 

Muchas veces parece que no seríamos nadie sin Whatsapp, o que nos perderíamos sin Google Maps, o que ir por la vida sin cascos es deprimente. Hasta que un día (Ohhhhhhh) deja de furular ese maravilloso aparatito frente a cuya pantalla pasamos horas. Y, de estar mirando hacia abajo, descubres con un pequeño esfuerzo que puedes estirar el cuello hacia arriba. Y esos sonidos de la calle, el barullo, la muchacha de la flauta, el guiri de la guitarra y algún que otro malabarista. Sales de tu burbuja, te das cuenta de que todavía queda gente con la que se puede echar un rato de cháchara porque sí y que puedes tomarte un café sin estar pendiente de alguien a kilómetros de distancia. 

Libertad, señores, a eso se le llama libertad. Sin hora de desconexión, sin aburridos qué haces, sin menciones en Facebook, sin localización en Twitter y sin Hashtags en Instagram. La vida en todo su esplendor, sin filtros, sin etiquetas, tan sólo el mundo real y los momentos que realmente cuentan. 

Evidentemente, la tecnología nos ha hecho avanzar muchísimo, permite mantener antiguas amistades, no perder el contacto con gente que está lejos y entretenerte un rato mientras viajas solo en el bus. Pero hay que tener cuidado, marcar el límite y no dejar que nos coman. Tener siempre en cuenta que acercan a los que están lejos, pero también alejan a los que están cerca. Es genial tener un arma de comunicación e información como es Internet, pero también es importante saber apagarlo, desconectar y disfrutar de lo maravillosa que es la vida más allá de una pantalla. 

martes, 20 de mayo de 2014

#VotaAOtros

"El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa en los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de las decisiones políticas. El analfabeto político es tan torpe que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas privadas nacionales y multinacionales."
Bertolt Brecht.

Toparme de bruces con este texto esta mañana me ha hecho reflexionar. Reflexionar sobre mi posición política y mi actitud sobre la misma. Cuando quise darme cuenta me encontré preguntándome si soy una analfabeta política. Hace tiempo que no me interesa escuchar lo que la mayoría de los "grandes" políticos de este país tienen que decir. Porque para contar mentiras me voy al monte a ver correr a las sardinas. 

Realmente, siempre he defendido los partidos minoritarios y opino que el bipartidismo es un bonito letrero fluerescente en forma de flecha señalando hacia la corrupción, pero, gran error mío, nunca me he interesado en conocer las propuestas electorales más allá de lo que me han hecho llegar personas cercanas. Así, he acabado dando mi voto a distintos partidos minoritarios sin mucha idea, aunque siempre es mejor que votar en blanco (lo cual favorece a los partidos mayoritarios).  Y estando yo inmersa en este examen de conciencia fue cuando decidí que, ahora que tenemos la oportunidad de dar nuestra opinión y elegir gente que realmente nos represente en la Unión Europea, a mis 20 primaveras, ya iba siendo hora de informarse un poco y ejercer adecuadamente ese derecho/obligación que es el voto. 

Está muy machacado eso de #NoLesVotes, pero realmente si nos resignamos a no ir a votar seguimos dándole nuestro dinero  apoyo. La cuestión está en #VotarAOtros, en abrir nuestros horizontes y buscar más allá de lo que hay. Porque no es cierto eso de más vale malo conocido que bueno por conocer. Quizás nos volveremos a equivocar, pero al menos no seguiremos abrazados a la misma piedra. Estoy en ese punto en el que no me importa tanto la ideología sino la honradez de un partido. Ya lo dijo Pérez Reverte: 

Me creeré a un presidente de Gobierno, sea del color que sea, cuando confiese públicamente que este Estado-disparate es insostenible. Cuando alguien diga, señor presidente, mirándonos a los ojos, "voy a luchar por un gran pacto de Estado con la oposición"; "me voy a cargar esta barbaridad, racionalizándola, reduciéndola, controlándola, adecuándola a lo real y necesario"; "voy a desmontarles el negocio a todos los que pueda. Y a los que no pueda, a limitárselo al máximo. A lo imprescindible"; "aquí hay dos autonomías históricas que tendrán algo más de cuartelillo, dentro de un orden. Y el resto, a mamarla a Parla". "Y el que quiera entrar en política para servir al pueblo, que se lo pague de su bolsillo". 

Y no hay más. 

No soy yo muy dada a escribir de política, así que, si alguien está también un poco perdido, pero sobre todo harto de que nos manejen como quieren, aquí dejo un artículo de Rafa Pacheco que me ha parecido bastante interesante y nos anima a poner en marcha ese #VotaAOtros. Además, hace un buen resumen de los principales partidos minoritarios de todas las ideologías de manera creo bastante objetiva, aunque, como siempre, en la política hay opiniones para gusto de todos: http://www.rafapacheco.com/2014/05/y-en-las-europeas-quien-voto.html?m=1.



sábado, 17 de mayo de 2014

"La cosa está jodida".

"Pero que muy jodida".

Ésa parece ser nuestra reflexión favorita desde hace unos años. Nos encanta hablar de la cantidad de gente en paro que hay, de cómo nos afecta la crisis, de los jóvenes que emigran al extranjero... Todo positivismo y buenas noticias. Añoramos un pasado espléndido, vivimos un presente complicado y esperamos un futuro peor aún. Eso sí, todo tranquilamente desde nuestro sofá, boleto de lotería encima de la mesa, cigarrillo en la boca y cubata en mano.  

Parece que el mundo se acaba. Visualizamos España en un agujero negro cada vez más profundo. Pero, señores, abran un poquito la mente. Parece que situamos el Big Bang en el estallido de la burbuja inmobiliaria, como si marcara el final de la gloria de nuestra sociedad y el inicio de un declive sin retorno. 

Poco hemos tardado en olvidar lo que era realmente vivir en la miseria. Todas las barbaridades que nuestros bisabuelos tuvieron que ver y sentir en sus primeros años de vida, el hambre, el miedo, el olor de la sangre y el zumbido de las bombas. Hemos dejado de apreciar la libertad del país en el que vivimos, con todo el esfuerzo que costó conseguirla, permitiendo que nos arrebaten nuestros derechos como a un niño un caramelo. 

No estamos en el peor momento de la historia española, pero casi me atrevería a decir que sí en uno de los más vagos. Ya es hora de dejar de darle la espalda a la política, de tomarnos las huelgas como vacaciones. Si queremos conservar nuestros derechos, cambiar el mundo, luchar por la igualdad, tenemos que continuar con el trabajo que comenzaron muchos años atrás nuestros antepasados, no conformarnos con lo que ellos hicieron, sino seguir proponiendo metas para lograr una sociedad más justa para todos. 

La cosa no está jodida. Tan sólo un poco más torcida que hace unos años atrás. Tenemos que aprender que la historia es cíclica, y que después de un gran esplendor viene un gran batacazo. La clave está en el equilibrio. En conseguir que todos tengamos lo necesario para vivir bien, sin que nadie tenga que estar por encima de nadie. ¿Complicado? Es probable. Pero, ¿acaso no creyeron también imposible el fin de la dictadura? ¿O el sufragio femenino? ¿O la electricidad? No hay cosas posibles e imposibles, tan sólo gente cobarde... o valiente para conseguirlas. 


jueves, 8 de mayo de 2014

El exilio de mi folio.

Me da rabia estar tanto tiempo sin escribir. Sentir que no tengo nada que decir, que las palabras se resistan a salir de mi garganta. Estar tan liada para arriba y para abajo que no tenga tiempo ni para un par de líneas. O quizás emplee ese tiempo en esa cosa. No sé. El caso es que al final lo echo de menos, y vuelvo a mi retórica, a intentar entenderme con el teclado, a buscar las frases en el fondo de mi subconsciente y dejarlo fluir. Pero siempre acabo enredada en la misma enredadera, diciendo lo mismo y cambiando las palabras, buscándole nuevas aristas al mismo polígono. Entonces me pregunto si aburriré a la gente tanto como a veces me aburro a mí misma, si me verán tan ignorante como yo me veo, si tengo tan poca puta idea como creo que tengo.

Me da envidia esa gente capaz de hacerme volar en cada párrafo, capaz de hacerme querer recorrer cada línea más rápido de lo que soy capaz  y a la vez más lento porque no quiero que termine tan pronto. Esa magia de invocar a las palabras que tocan el alma, la suerte de no releer algo y pensar cómo demonios se te pudo ocurrir gilipollez tontería semejante. Y en la misma medida en la que los envidio los adoro. Porque me enriquecen en cada texto, porque me han hecho esforzarme por mejorar.

Pero, sobre todo, porque son todos ellos lo que me hacen no perder las ganas de aprender, querer ser una esponja y absorber cada construcción, cada nuevo vocablo, cada sensación que me causa. Sé que las palabras son caprichosas y no se pueden forzar, no se puede escribir sobre algo que no sientes, pero también es cierto que no siempre es fácil encontrar aquellas que describen lo que sientes. En la vida se aprende a base de tropiezos, y el arte de escribir supongo que se aprende a base de textos sin pies ni cabeza, de leer mucho y tener paciencia.

Dicen que la inspiración no se encuentra, pero ella tampoco va a tu encuentro si no la buscas. Y, aunque a veces el teclado impone y las sílabas no se quieren ordenar, mirando al techo no solucionas nada. Depende de uno mismo irse apretando las tuercas, forzarse a no dejar lo que nos sienta bien y seguir creciendo. Como todo en este mundo, unos días apetece más que otros y puede que cambie algún tiempo la escritura por la cotidianidad acelerada, pero quienes nos dejamos el alma en cada frase como un drogadicto la vida en cada gramo, sabemos que esta musa siempre nos hará volver a hipnotizarnos mirando el cursor parpadear, preguntándonos por qué tortuosos derroteros nos llevarán nuestras propias palabras esta vez.

Las pequeñas cosas

Me gusta encender una vela antes de dormir. Me relaja ver la llama danzar y las sombras que se escapan por las paredes. Un trozo de chocolate y algo de Morodo. Una cachimba tirada en la playa escuchando el mar. Mi café por las mañanas. Las gafas y los rayos de sol sobre la piel. Quedarme calentita en la cama un sábado. Pasear por Granada. Una cerveza fresquita mirando atardecer en la Alhambra. Sacar una sonrisa. Debatir sobre cualquier tema como si te fuera la vida en ello. Soplar un volanico. Encontrar una mariquita en la ventana. Un beso en el cuello. Apreciar todos esos pequeños detalles cotidianos, esas cosas que te dan ratitos de felicidad y que hacen de un mal día otro pedazo de vida para recordar. 


"Intenta valorar lo que tienes, 
procura mejorar quien eres, 
que lo que hagas sea lo que sientes, 
supérate cada vez." 


martes, 18 de marzo de 2014

Viajar.

Sentir ese cosquilleo en el estómago cuando te acuestas la noche antes de emprender un viaje. Cerrar los ojos e imaginar lo increíble que va a ser cada momento, la de sitios que vas a ver, la de gente que vas a conocer. Esa ilusión mientras vas tachando abalorios en una lista, para acabar metiendo cien mil "por si"s en la maleta que te obligarán a sentarte encima para poder cerrarla. La cámara, el mapa, el rotulador rojo de la ruta, la libreta, los pasatiempos, las gafas de sol, las ganas y la sonrisa puesta. Probablemente las únicas mañanas que no  cuesta madrugar y que saltas de la cama dando un salto mortal. 

Lo echo de menos. Quiero un viaje. No importa a dónde, cómo, ni con quién. Sólo irme, desconectar, conocer, compartir, vivir, reír y coleccionar recuerdos imborrables. Porque no importa si es bueno, malo, con suerte o con las más catastróficas desdichas... Al final siempre será una gran experiencia inolvidable :)

jueves, 13 de marzo de 2014

La cabeza fría mientras el corazón arde

"Hay sitios escondidos en el corazón donde las palabras no hacen caso a la razón,
entre la tinta y el papel hay un rincón, entre el alma y la piel un lugar sin dirección 
donde los niños que no crecen se refugian del odio y de la furia, de los días de lluvia, 
de la gris melancolía de los días y de todo lo que piensa la inmensa mayoría"  

Sharif     

miércoles, 12 de marzo de 2014

Sin tempestad no hay calma.

A un día de distancia parece que el río vuelve a su cauce, aclaras tus ideas y lo ves todo con perspectiva. Te da tiempo a analizar lo más objetivamente posible la situación, recapacitar y decidir qué hacer. Siempre he pensado que los problemas después de un poco de Fito y una taza de cacao caliente dejan de parecer tan problemáticos. Y es que a veces sólo hace falta respirar hondo y dejar de aturullarse, darte cuenta de lo que realmente quieres y por qué. 

Nunca he creído que se escarmiente por cabeza ajena, sin embargo sí que pueden ayudarte a darte cuenta de las cosas, aunque a veces sean voces que suenan duras y te dicen lo que no quieres oír. Lo que vienen a ser un par de bofetadas (metafóricas) que te quiten la tontería rápido de encima. Pero también es cierto que, a veces, hay que dar rienda suelta a un corazón desbocado para después ser capaz de calmarlo y que pueda recapacitar. Dejar que saque lo que siente dentro, desahogarse, gritar. Hay que saber escuchar su indignación y esperar a que cesen los resoplidos, y será él solo el que acabe entrando en razón. 

Creo que a veces yo soy ese corazón desbocado. Me aturullo. Se me acumulan las emociones y no encuentro manera de expresarlas. Me agobio. Empiezo a construir montañas, castillos encima de la montaña, torreones, dragones y princesas de un grano de arena. Y me parece un mundo. Entonces sólo necesito una vía de escape, sacar todos esos sentimientos fuera para poder pensar con claridad. Sólo alguien que me escuche hablar rápido entre sonidos sin sentido, suspiros y resoplidos varios. Aunque ese alguien sea un teclado. Y sé que, una vez que me calme, la claridad volverá a mis ideas, la felicidad habitual a mi vida y la cordura (en la medida en la que siempre la tuve) a mi cabeza loca. 

martes, 11 de marzo de 2014

Cuando vuelves

Supongo que abandonas un poco un blog cuando tu vida se acelera y apenas tienes tiempo para respirar.  Cuando se suceden planes, estudios y algo de burocracia para complicarlo todo. Supongo que lo abandonas cuando eres sencillamente feliz, demasiado ocupada en aprovechar cada momento como pararte a escribir sobre ello. Pero creo que eso merece la pena, siempre fue mas importante vivir para contarlo que contarlo a secas.
Y también supongo sé que vuelves a él cuando una inquietud se cuela por un resquicio y llega hasta tu alma. Cuando alguien abre esa caja de Pandora y revoluciona tu tranquilidad sin saberlo. Y cómo toca la moral que vuelvan a desequilibrar tu feliz y loca vida. La pregunta es: ¿Hasta qué punto le dejarás entrar esta vez?

Y es en este barullo de pensamientos y rayadas varias cuando sientes la presión de todo lo que tienes dentro y que pugna por salir. Cuando sientes que tienes ganas de patalear y gritar y montarte en una montaña rusa a darlo todo. Entonces llega ese punto de inflexión donde ves la luz al final del túnel de emociones en forma de pluma y papel (o teclado y pantalla,  según se mire) y dejas volar tus dedos casi inconscientemente una vez más, sin pararte a pensar demasiado en lo que escriben,  simplemente dejando fluir entre palabras todo lo que tu alma calla. 

lunes, 13 de enero de 2014

¡Haz que cada día cuente!

Mañana de lunes. Suena el despertador y lo apagas de un golpe de mal humor. Las sábanas parecen estar pegadas con Superglú a tu piel y la visión de la lluvia por la ventana tampoco ayuda. Pero ¿sabes qué? Hoy es un nuevo día de tu vida. Piensa en todas las cosas buenas que te pueden pasar a lo largo de la semana y en todas las experiencias que te quedan por vivir. Márcate metas y objetivos y ve a por ellos con persistencia y esfuerzo y conseguirás todo lo que te propongas. Tú puedes. Eres el único que puede tomar las riendas de tus días y poner el rumbo a la felicidad. 

Ahora bien, te contaré un pequeño secreto... La felicidad no se consigue, es como el tiempo: cuanto más te empeñas en aferrarlo entre los dedos más se escurre. La felicidad está en el camino, en las pequeñas cosas, en decidir ser feliz. Y tú lo eres. Y puedes con esta semana. Vas a conseguir todo lo que quieras. Lo sabes. Sólo tienes que ponerte a ello. Así que levántate y LET'S HIT THE MONDAY! 


Maybe it's not my weekend, but it's going to be my year! :)