lunes, 26 de mayo de 2014

La vida en 140 caracteres.

Aprender a reducir lo que tenemos que decir a 140 caracteres. Medir los recuerdos en fotos. Disfrutar de las cosas cuando las posteamos en Facebook. La tecnología se ha introducido en nuestras vidas lenta, pero inexorablemente, poco a poco, hasta que un día nos dimos cuenta de que padecemos Smarphondependencia. 

Son muchos los psicólogos, sociólogos, médicos y científicos los que ya han demostrado que existen personas adictas al móvil. Síndrome del pitido fantasma, ansiedad ante el fatídico "Batería baja", hipertensión al no encontrar el Smartphone en el bolso... Y te pones a pensarlo, y, ¡joder!, son cosas que a ti también te pasan. 

Muchas veces parece que no seríamos nadie sin Whatsapp, o que nos perderíamos sin Google Maps, o que ir por la vida sin cascos es deprimente. Hasta que un día (Ohhhhhhh) deja de furular ese maravilloso aparatito frente a cuya pantalla pasamos horas. Y, de estar mirando hacia abajo, descubres con un pequeño esfuerzo que puedes estirar el cuello hacia arriba. Y esos sonidos de la calle, el barullo, la muchacha de la flauta, el guiri de la guitarra y algún que otro malabarista. Sales de tu burbuja, te das cuenta de que todavía queda gente con la que se puede echar un rato de cháchara porque sí y que puedes tomarte un café sin estar pendiente de alguien a kilómetros de distancia. 

Libertad, señores, a eso se le llama libertad. Sin hora de desconexión, sin aburridos qué haces, sin menciones en Facebook, sin localización en Twitter y sin Hashtags en Instagram. La vida en todo su esplendor, sin filtros, sin etiquetas, tan sólo el mundo real y los momentos que realmente cuentan. 

Evidentemente, la tecnología nos ha hecho avanzar muchísimo, permite mantener antiguas amistades, no perder el contacto con gente que está lejos y entretenerte un rato mientras viajas solo en el bus. Pero hay que tener cuidado, marcar el límite y no dejar que nos coman. Tener siempre en cuenta que acercan a los que están lejos, pero también alejan a los que están cerca. Es genial tener un arma de comunicación e información como es Internet, pero también es importante saber apagarlo, desconectar y disfrutar de lo maravillosa que es la vida más allá de una pantalla. 

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