martes, 18 de junio de 2013

Un soldadito marinero anclado a la locura

Largas patillas y una gorra. Un cigarro en el clavijero de la guitarra. Poesía cantada. Esa voz capaz de engrasar un corazón oxidado. De hacerte ser mucho más guapo cuando no te sientes feo. No sé que tiene su música, si es la Magia de Platero y tú,  el toque de Extrechinato o simplemente Fito & Fitipaldis. La cuestión es que tiene algo, algo que te inunda por dentro en cada compás, en cada nota, en cada palabra que sangra.

Indescriptible. Da igual el estado de ánimo en el que te encuentres, que un poco de Fito siempre viene bien. Increíble cómo convierte en virtud defectos y te hace ver que lo más importante es eso que nadie te enseña.  Lecciones de vida escondidas en cada verso, la humildad de admirar las flores que crecen en la basura y siempre sin perder su esencia. Algo diferente, un toque de rock con quizás jazz , blues y sonidos sureños que siempre consiguen empaparme de tranquilidad y buen humor.

Un buen amigo me dijo que “sus canciones te reviven matándote. Te joden sus verdades, pero te da una pizca de esperanza que te levanta”. No sé si será la esperanza o las verdades escupidas a la cara, pero la sinceridad de su voz rasgada tiene algo que atraviesa el alma y calma los corazones inquietos. Y, para mí, Fito es terapia. 

Gracias, por todos eso momentos al son de las notas de tu guitarra, por esas rojitas orejas, por ayudarme a escapar cuando lo necesito, por seguir siendo tú en cada canción. 





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