Me encantan esos primeros días de sol en los que empieza a notarse el familiar calorcito del verano. Esos días en los que se nota en el ambiente la llegada del buen tiempo. La gente empieza a salir más a la calle, se alargan las horas de luz, hay más buen rollo, más positividad bailando en sonrisas deslumbrantes. Vuelven las gafas de sol y los pantalones cortos. Tumbarse al Lorenzo. Ir a la playa. El morenito. Colores que inundan cada rincón. Sangre que se altera. Aire libre. Bullicio. Cerveza fresquita. ¿Qué más se puede pedir?
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