Una vez escuché que “El hombre sabio es el que sabe que su
hogar es tan grande como pueda imaginar”. Gran verso de Marea. Quizá antes no alcanzaba a concebir el alcance de esta sencilla frase, pero ahora, tras haberme ido a vivir fuera, empiezo a comprender todo lo que atañe. Hay gente atada a un lugar, a unas costumbres establecidas, a un orden en su vida. Yo prefiero romper con eso. Cambiar. Evolucionar. Algo imprevisto.
No quiero echar raíces en un sitio concreto, quiero viajar, conocer, moverme. Somos algo más que árboles plantados, tenemos medios para viajar y debemos hacer uso de ellos en la medida de lo posible. Es verdad que siempre una parte de mi corazón, de mi vida y de mi alma estará en mi Granada, mi tierra natal, mi pequeña ciudad al pie de Sierra Nevada. Sin embargo, eso no quita que pueda llamar a otro lugar "hogar", y es que sólo es cuestión de hacer de cualquier sitio tu propia casa. Es llenarlo con tu presencia, tu calor, transformar lo extraño en familiar, hacer ese espacio tuyo. Dejar que poco a poco la casa capte tu olor, tu cuerpo aprenda dónde está cada utensilio de cocina, cada interruptor y cada mueble. Ponerle toques de tí misma, transmitirle algo de tu propio ser. Quizá yo sea rara, pero a mi no me parece algo difícil, es tan sólo cuestión de un poco de Magia y de dejar fluir tu aura alrededor, pintar las paredes con la esencia de tu alma... 
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