Matemáticas, lengua, ciencias e idiomas. Desde pequeños nos inculcan que son lo importante, lo que nos llevará lejos en la vida. Se empeñan en forzar un lado del cerebro con cuadrículas, reglas y hábitos culturales que nos van "normalizando" y cortando por el mismo patrón. Van recortando lentamente las alas a la creatividad infantil, con razonamientos impuestos y lógica aplastante, sin tener en cuenta lo llamado pensamiento lateral. Nos privan de justo lo que luego intentamos recobrar de adultos: la originalidad, la creatividad, las nuevas ideas. Es curioso que reclamen emprendedores cuando todo lo que nos enseñan es a seguir los pasos establecidos. ¿Cómo vamos a innovar si nos enseñan que 2 + 2 sólo puede ser cuatro? Para un niño esa simple suma puede ser cinco, un millón o amarillo. ¿Quién dice que está equivocado? ¿Qué hubiera pasado si alguien le hubiera dicho a Picasso que la gente no es azul? ¿O a Elvis que dejara de moverse así?
Sin darnos cuenta, vamos colocando barreras alrededor de nuestra mente, limitando las respuestas y las soluciones a los problemas. Si nos dicen blanco, blanco, si nos dicen negro, negro. Y no contemplamos la posibilidad de que sea a rayas. Dejamos de permitir a nuestra mente volar libre sin restricciones por miedo, miedo al rechazo social, a ser "el bicho raro". Lo paradójico es que, al final, son los "bichos raros" los que triunfan, los le abren los ojos al mundo a nuevas realidades, los que le echan dos cojones (con perdón) al asunto y defienden lo que creen.
Tenemos que aprender a perder el miedo a equivocarnos y al ridículo, porque probablemente la primera idea no sea buena, es más, seguramente sea una total y completa absurdez, pero no se nace aprendido. Y si no es la segunda, será la tercera, la quinta o la octava, pero encontraremos algo diferente. Conseguiremos crear algo nuevo, original, distinto. Porque, aunque a veces no lo parezca, lo que busca el mundo son emprendedores, personas que se atrevan, que arriesguen. Y, a mayor riesgo, mayor recompensa. Así que, amigos, perdamos el miedo, rompamos los límites y busquémosle los tres pies al gato.
Ésto me recuerda a...
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